una paz necesaria

19 de febrero  de 2023. Carlos Alonso Ausin 

La Conferencia de Seguridad de Munich, del 17 al 19 febrero, bien se podía haber llamado la Conferencia “de la Guerra” de Munich, ya que en vez de tratar propuestas para la paz y seguridad en el mundo, en Europa y en Ucrania en particular, se convirtió en un foro para escalar la guerra actual, tras un año de contienda con más de 100.000 militares muertos por cada bando (según EE.UU. 11/22) y 6.919 civiles muertos (según ONU, 01/01/2023). La seguridad previene la guerra y contribuye a la paz. Si hay guerra no hay seguridad. Son criterios opuestos y contradictorios.

La paz no puede ser desechada porque haya un claro culpable, como es el caso, después de la invasión injustificable y rechazable de Rusia. Siempre hay un bando que comienza las hostilidades en una guerra. La culpabilidad de un bando no puede excluir la búsqueda de la paz. Para las responsabilidades están los tribunales internacionales de justicia. No es para nada probable que Rusia vaya a dejar, por una derrota militar los territorios ocupados en Ucrania, mas bien al contrario; sí lo podría hacer por un acuerdo de paz con garantías para la seguridad regional y condiciones para la soberanía. No olvidemos que Rusia es una potencia nuclear y antes de su derrota militar hay gran probabilidad de que utilice armamento nuclear.

Desde la opinión de Macron de “querer la derrota militar de Rusia pero no su aplastamiento”, proponiendo el refuerzo militar de las FAS ucranianas, pasando por la petición del ministro de defensa de Alemania, Boris Pistorius, para el envío urgente de carros de combate a Ucrania hasta la propuesta de Polonia de enviar aviones de combate a condición de crear una coalición presidida por EE.UU., la palabra paz ha brillado por su ausencia en esta Conferencia, salvo una excepción, que luego trataremos.

Estados Unidos, por su parte, a través de la vicepresidenta Harris, ha acusado directamente a los militares rusos y a sus superiores, es decir al Kremlin, de crímenes contra la humanidad, por lo que Putin podría ser acusado, arrestado y juzgado al igual que se hizo con el Presidente Milosevic, y los bosnio serbios Karadzic y el general Mladic. También señaló “que su país tiene intereses estratégicos para continuar apoyando a Ucrania: el principal, que es un ataque a la soberanía de cada país, donde una invasión de un país por otro no se puede consentir”. Si bien esto es perfectamente asumible, no es muy coherente con la línea de EE.UU. que ha invadido varios países desde la segunda guerra mundial.

La palabra paz vino de boca del ministro de asuntos exteriores de China, Wang Yi, que ha invitado a los países europeos “a una reflexión calmada” sobre la manera de poner fin a la guerra, anunciando un Plan de Paz basado en dos pilares: La integridad territorial de Ucrania y las garantías de seguridad para Rusia.

Con unas Naciones Unidas ausentes y EE.UU. y Europa apoyando claramente a Ucrania, China se convierte así, aunque cueste decirlo, en la única esperanza y el único actor importante, neutral y con capacidad y recursos para proponer e implementar un Plan de Alto el Fuego y un posible y deseado Acuerdo de Paz que elimine los riesgos evidentes de una tercera guerra mundial y del desastre que se puede cernir sobre Europa. Del envío de carros de combate a Ucrania a proporcionar aviones de combate con una expansión inevitable de la zona de operaciones a otros países, solo hay un paso, y el resto se lo pueden imaginar.

 

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